Cocodrilo Mexicano
En las aguas cálidas y tranquilas de ríos y lagunas en México y Centroamérica donde el sol brilla sobre la superficie y las palmas se mecen al compás del viento, se desliza silencioso un verdadero gigante: el cocodrilo de río o también conocido por su nombre científico Crocodylus acutus. Este impresionante reptil, con su cuerpo alargado, su piel escamosa y una mirada que no necesita una presentación ya que es uno de los depredadores más poderosos de toda la región. Pertenece a la familia de los Crocodylidae y aunque lleva siglos gobernando los ecosistemas acuáticos, hoy las cosas han cambiado. El avance de las ciudades, la contaminación de los ríos, la destrucción de los manglares y el desarrollo constante han ido arrinconando a este animal, obligándolo a buscar nuevos lugares donde sobrevivir. Cada carretera y cada nueva construcción que se levanta suele representa un pedacito menos de hábitat para este cocodrilo, que aunque fuerte y resistente, también tiene sus límites. A pesar de todos los cambios, el cocodrilo de río sigue encontrando rincones donde vivir y sobre todo en estados como Veracruz, Tabasco, Campeche y Quintana Roo entre aguas salobres y la vegetación donde puede moverse con libertad. Y aunque es fácil pensar que todos los cocodrilos son iguales, este tiene lo suyo: los machos pueden llegar a medir hasta 7 metros y pesar más de 500 kilos. Por otro lado las hembras son más pequeñas y de igual manera también imponen respeto con sus 3.5 o 4 metros de largo. Ver uno en su hábitat natural es algo que no se olvida fácilmente. Cuando se trata de comer, no se complica. Se alimenta de lo que encuentre en su entorno ya sea peces, aves, mamíferos e incluso otros reptiles. Su técnica es simple pero efectiva ya que consta de paciencia total, camuflaje perfecto y un movimiento de mandíbula que no perdona. Y si creían que estos gigantes eran poco dedicados, les sorprenderá saber que las hembras son increíblemente protectoras con sus crías. Todo comienza entre enero y febrero, cuando construyen nidos enormes cerca del agua, usando arena o vegetación. En esos nidos colocan entre 20 y 60 huevos que incuban durante más de dos meses. Lo curioso es que la temperatura del nido define el sexo de los bebés: si hace más calor, nacen machos; si hace menos, hembras. Cuando las crías finalmente rompen el cascarón, miden apenas unos 17 centímetros. Pero no están solas ya que su madre las lleva cuidadosamente en la boca hasta el agua y las protege de cualquier amenaza. El cocodrilo de río es mucho más que un depredador temido, también es una pieza clave en los ecosistemas acuáticos donde vive ya que ayuda a controlar poblaciones, mantiene el equilibrio y, en muchos sentidos, es un indicador del estado de salud de su entorno.Lamentablemente, hoy está bajo presión por la pérdida de su hábitat y el contacto cada vez más frecuente con humanos. Proteger al cocodrilo de río no es solo una cuestión de conservación, es también una forma de respetar a quienes llevan siglos habitando este planeta. Porque cuidar de él es cuidar de los ríos, las lagunas, los manglares y de todo lo que vive alrededor.
